domingo, 22 de mayo de 2016

volver al texto-como gesto que habita y se gesta en el cuerpo -poético

Volver al texto-como gesto que habita y se gesta en el cuerpo -poético
no es una consigna
es una justificación generacional y un intento persuasivo artaudiano
porque texto y gesto son poesía, no opuestos.

¿En los '80 vuelve el texto a la escena?
Es acaso que ¿las voces siguen pidiendo una representación?
Es ¿un manotazo de ahogado de las últimas generaciones nacidas analógicas en los '70 y '80, aferrarnos a las palabras?
¿Los nacidos desde los '90  se preguntarán otras cosas?

Este momento, en el que estamos inmersos, ¿es semejante a ese quiebre que trajo el nacimiento de la imprenta? ¿Nos aferramos al libro los nacidos analógicos porque estamos en extinción? ¿Tendrá razón Christian Ferrer cuando nos alerta sobre el titanismo de la imagen? Pero como señala Pascal Quignard, sucede que los oídos no tienen párpados.
Imagen y música, la letra los reúne. Escribir, escribir, negro sobre blanco, mano-corazón.

La escritura puede ser y no ser.
Una ingeniería de las partes aunque las relaciones existan por fuera: "abeja" y "flor"...
Las imágenes se llaman y el ritmo se organiza.
La mano en el papel respira, pulsión y pulso;
el pensamiento baja, más allá del ombligo.
Y después vuelve arriba,  a la cabeza, al oído,
para releer, reescuchar, reescribir. Traicionando toda interpretación.
Para su goce sensual. Estallado, poético, incompleto.

Pregunto varias veces y en distintas direcciones ¿las voces siguen pidiendo una representación? Y ¿dónde están esos cuerpos en el negro sobre blanco? ¿qué labor de transmutación, traducción, traición y distanciamiento nos piden todas  esas voces del más allá que piden un nuevo cuerpo, medium, soplo, respiración para alumbrar la palabra? La escena en su alumbramiento. Será o qué será.

lunes, 16 de mayo de 2016

un nuevo humanismo

En las artes visuales, Christian Boltanski, nombra, cita o especula sobre un nuevo humanismo.http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7726-2012-02-28.html En su obra, experiencia religiosa, existencialismo e historia se mezclan para restituir huellas - de un siglo que ya entró en la leyenda junto con su auto biografía.  Auto relato, autoficción, todos procedimientos fundantes del período de "entre dos siglos" que seguimos cabalgando y ensayando en el arte los nacidos analógicos. Un nuevo humanismo en las representaciones/presentaciones mostraría contextos duros pero encuentros blandos, condiciones insoportables, pero miradas rumiantes, textos y gestos definidos, empatía y poesía. En el cine los hermanos Dardenne, en sus films "El hijo", "El niño", "Rosetta"; Kaurismaki en "El puerto/Le Havre", "Un hombre sin pasado". En este cine, el mundo del trabajo, de la sobre explotación, del miedo a perderlo todo, de la inmigración clandestina, de la violencia, se abren como épicas íntimas; rechazando los relatos apocalípticos taquilleros del cine y la mirada cínica que coquetea con el absurdo televisivo. Puros relatos que creen en el género humano, esquivan la parálisis hipnótica y de persuasiva violencia de los relatos fatalistas  y también la burla estridente a la que nos acostumbró la pantalla chica de los 90. Es un nuevo humanismo, profundamente histórico; se sume en el presente, restituye huellas del pasado e instala preguntas existenciales, abre las emociones que nos permiten acercarnos al otro, buscando solidaridad o sosiego en el gesto de intentar comprender y acepta la conmoción casi como un estado de fe. Cuando el golpe en la sien te aturde un día, y al otro día, cuando te levantás, viene otro y ya no sabés dónde estás parado, hay que volver a los relatos de los padres, de los abuelos, de las últimas   generaciones que te anteceden para conocer cómo era el mundo del trabajo, ¿cómo era? ¿cuáles eran sus conquistas? y ¿con qué soñaban? En "La culpa la tiene Fidel" de Julie Gavras, la nena de 9 años al final, después de salir de una escuela privada de monjas, entra a una escuela pública donde todo es caos, bullicio y movimiento en el recreo, pero se le acerca una ronda de niñas de su edad y en medio de ese aturdimiento que ella siente adentro le abren la ronda y le dan la mano. Esa imagen es una razón para defender lo público.