domingo, 2 de octubre de 2016

¿Qué escribir en el papel y la escena? La vida está llena de historias tristes e historias graciosas

La cocina
En la obra "los hijos de...(un drama social) durante dos o tres meses escribimos con consignas. Los actores asumieron el ejercicio de la crónica y la poesía, se volvieron trovadores pospunk. Yo los seguí y armé el ritmo y una estructura fragmentada. Después fuimos a la escena, puesta en boca y puesta en espacio, leímos e imaginamos. Después les propuse esperar quince días hasta que apareciera el espacio, y apareció, algo se organizó y pudimos seguir.


La escritura del yo
No disimular nada ni ocultar nada, escribir sobre las cosas más cercanas a nuestro dolor, a nuestra felicidad (...) Escribir sobre los necios sufrimientos de la angustia, la renovación de nuestras fuerzas cuando aquellos pasan; escribir sobre la penosa búsqueda del yo, amenazado por un extraño en el correo, un rostro apenas entrevisto..., escribir sobre los continentes y las poblaciones de nuestros sueños, sobre el amor y la muerte, el bien y el mal, el fin del mundo. (en Diarios de John Cheever citado por Martín Albornoz en la presentación de Por dentro todo está permitido, ed. Caja Negra).




La tercer temporalidad
De pronto rockeamos el Woyzeck de Büchner y unimos esa sensación romántica, el sentirse fuera, incomprendido por el mundo industrial de 1830, al punk; esa revolución romántica del yo luchando contra viento y marea por mantener su subjetividad al abrigo de la revolución y triunfo del mundo capitalista industrial era punk. El punk que se rebeló contra el sistema productivo capitalista que desechó a sus padres obreros y antes a sus abuelos románticos.


sábado, 1 de octubre de 2016

el arte de la condensación

El teatro es el arte de la condensación y en dos sentidos.
En el sentido del tiempo, condensa en una hora real un universo ficcional ilimitado.
En el sentido de los sentidos, condensa en una sensación global los diferentes sentidos, como en el origen intrauterino: condensación sinestésica.

domingo, 22 de mayo de 2016

volver al texto-como gesto que habita y se gesta en el cuerpo -poético

Volver al texto-como gesto que habita y se gesta en el cuerpo -poético
no es una consigna
es una justificación generacional y un intento persuasivo artaudiano
porque texto y gesto son poesía, no opuestos.

¿En los '80 vuelve el texto a la escena?
Es acaso que ¿las voces siguen pidiendo una representación?
Es ¿un manotazo de ahogado de las últimas generaciones nacidas analógicas en los '70 y '80, aferrarnos a las palabras?
¿Los nacidos desde los '90  se preguntarán otras cosas?

Este momento, en el que estamos inmersos, ¿es semejante a ese quiebre que trajo el nacimiento de la imprenta? ¿Nos aferramos al libro los nacidos analógicos porque estamos en extinción? ¿Tendrá razón Christian Ferrer cuando nos alerta sobre el titanismo de la imagen? Pero como señala Pascal Quignard, sucede que los oídos no tienen párpados.
Imagen y música, la letra los reúne. Escribir, escribir, negro sobre blanco, mano-corazón.

La escritura puede ser y no ser.
Una ingeniería de las partes aunque las relaciones existan por fuera: "abeja" y "flor"...
Las imágenes se llaman y el ritmo se organiza.
La mano en el papel respira, pulsión y pulso;
el pensamiento baja, más allá del ombligo.
Y después vuelve arriba,  a la cabeza, al oído,
para releer, reescuchar, reescribir. Traicionando toda interpretación.
Para su goce sensual. Estallado, poético, incompleto.

Pregunto varias veces y en distintas direcciones ¿las voces siguen pidiendo una representación? Y ¿dónde están esos cuerpos en el negro sobre blanco? ¿qué labor de transmutación, traducción, traición y distanciamiento nos piden todas  esas voces del más allá que piden un nuevo cuerpo, medium, soplo, respiración para alumbrar la palabra? La escena en su alumbramiento. Será o qué será.

lunes, 16 de mayo de 2016

un nuevo humanismo

En las artes visuales, Christian Boltanski, nombra, cita o especula sobre un nuevo humanismo.http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-7726-2012-02-28.html En su obra, experiencia religiosa, existencialismo e historia se mezclan para restituir huellas - de un siglo que ya entró en la leyenda junto con su auto biografía.  Auto relato, autoficción, todos procedimientos fundantes del período de "entre dos siglos" que seguimos cabalgando y ensayando en el arte los nacidos analógicos. Un nuevo humanismo en las representaciones/presentaciones mostraría contextos duros pero encuentros blandos, condiciones insoportables, pero miradas rumiantes, textos y gestos definidos, empatía y poesía. En el cine los hermanos Dardenne, en sus films "El hijo", "El niño", "Rosetta"; Kaurismaki en "El puerto/Le Havre", "Un hombre sin pasado". En este cine, el mundo del trabajo, de la sobre explotación, del miedo a perderlo todo, de la inmigración clandestina, de la violencia, se abren como épicas íntimas; rechazando los relatos apocalípticos taquilleros del cine y la mirada cínica que coquetea con el absurdo televisivo. Puros relatos que creen en el género humano, esquivan la parálisis hipnótica y de persuasiva violencia de los relatos fatalistas  y también la burla estridente a la que nos acostumbró la pantalla chica de los 90. Es un nuevo humanismo, profundamente histórico; se sume en el presente, restituye huellas del pasado e instala preguntas existenciales, abre las emociones que nos permiten acercarnos al otro, buscando solidaridad o sosiego en el gesto de intentar comprender y acepta la conmoción casi como un estado de fe. Cuando el golpe en la sien te aturde un día, y al otro día, cuando te levantás, viene otro y ya no sabés dónde estás parado, hay que volver a los relatos de los padres, de los abuelos, de las últimas   generaciones que te anteceden para conocer cómo era el mundo del trabajo, ¿cómo era? ¿cuáles eran sus conquistas? y ¿con qué soñaban? En "La culpa la tiene Fidel" de Julie Gavras, la nena de 9 años al final, después de salir de una escuela privada de monjas, entra a una escuela pública donde todo es caos, bullicio y movimiento en el recreo, pero se le acerca una ronda de niñas de su edad y en medio de ese aturdimiento que ella siente adentro le abren la ronda y le dan la mano. Esa imagen es una razón para defender lo público.