lunes, 24 de marzo de 2008

Suspensión - intensidad y potencia

Hay dos variables inequívocas que actores, directores y performers conocemos: la intensidad y la potencia de lo que sucede. Este es mi punto de partida en cualquier trabajo con los actores, y también cuando escribo.
Si me preguntan de qué teoría tomo esta doble entrada, tal vez sea una síntesis de mis lecturas de fenomenología, filosofía del lenguaje y poesía. Si el lenguaje es esa caja de herramientas de la que habla Wittgenstein, hay que hacer uso.
Intensidad es para mí lo que vive del propio estado presente; es lo efímero y anhelante. Se puede captar pero no capturar; y al igual que un acto reflexivo o una palabra, importan el antes y el después de esa intensidad que encierra el misterio y la fascinación de lo que no se desarrolla, ni volverá a ser.
La potencia por el contario, encierra la virtualidad de lo suscitativo, de lo que puede desarrollarse y mostrarse. Algo es potente, porque contiene el germen de sus desarrollos ulteriores.
En estas dos variables también se juegan otras entradas: lo visible y lo invisible; lo quieto y lo inquietante.
Además, según lo sugieren unos y otros, tenemos que partir de algo físico sobre lo que se pueda sobreimprimir.
Para ello, he probado en diferenciar, de forma arbitraria tres estados del cuerpo: control, descontrol y suspensión; este último es el que me parece de mayor irradiación o teatralidad. Cuando algo se suspende, se activa el deseo de ser atravesado por algo más.

Creo que los finales de mis obras intentan sobrevolar y permanecer en este estado de suspensión.


Ana maría, estuve pensando a pesar mío, 2003
(…)
Estoy afuera, ya me fui.
No estoy aquí. Me fui (...) de vacaciones.
Le apagan la luz.
Pausa.

Gracias.

Elsa y Anita, 2004
(…)¿usted cree que es posible? Es posible. No nos moleste... ya se lo dije. Una noche.
Anita saca un atado de cigarrillos del bolsillo, enciende uno, le da unas pitadas y lo apaga. Va a reunirse con Elsa. Alguien tararea la canción que escucharon a la tarde en la radio, de golpe se detiene. Oscurece. Se escuchan pasos cansados en la madera crujiente. Detrás, el mar enorme.

La luna, 2004
Ed- ¿Así está bien Rosa?
Rosa- Sí.
Ed- ¿Está bien?
Rosa- Sí.
Ed- Yo también. (sentándose otra vez) En la oscuridad también se está bien... ¿qué dice?
Rosa- Sí.

El lugar queda a oscuras, los cuerpos en el sillón y el disco que da vueltas a un volumen muy bajo. De pronto un resplandor los ilumina, un sonido los atraviesa. Están quietos, relajados, Rosa tocando la rodilla de Ed; él hundido con los ojos casi blancos.

Sarco, 2005
(…)(El detective busca un plato con arroz, lo golpea en el piso y espera).
Sarco (desde la comisaría, mientras ordena y limpia)- pss... Olmo... si encuentra a mi perro ¿podríamos vivir aquí?
Fin