miércoles, 8 de junio de 2022

Prácticas artísticas contemporáneas: dramaturgias, procedimientos y proyectos poético-políticos

 

En los usos del lenguaje se leen las ideas. En la oralidad, el gesto, la mirada, el modo de escucha, se configura el valor del mensaje y la mostración poética.  Entonces, ¿qué preguntas formular sobre el “proyecto poético-político”? ¿Cómo leer y descifrar la voz poética y la organización interna de los materiales? ¿Escuchamos música, sonoridades, significantes? ¿Con qué dialogan temas, motivos, enunciados, en relación a ideas filosóficas, artísticas, políticas, antropológicas y sociales que le son contemporáneas?

Boris Groys señala la singular manera de revisar el pasado en nuestro presente: “(…) me parece que hoy empezamos a estar más interesados en una aproximación a nuestro pasado no historicista. Más interesados en la descontextualización y la reconstrucción de los fenómenos individuales del pasado que en su recontextualización. Más interesados en las aspiraciones utópicas que conducen a los artistas más allá de sus contextos históricos que en esos contextos mismos” (2014:148).

Procedimientos

En la vía que señala Christian Boltanski, artista visual, y hace suya el dramaturgo francés Philippe Minyana, encontramos procedimientos que trabajan sobre la memoria, la construcción del archivo y lo autobiográfico, una nueva forma de humanismo que se interroga acerca de ¿cómo va el mundo? desde las mitologías personales y épicas íntimas. En lo formal, no se trata de una palabra cotidiana relajada sino de una palabra organizada, reconstruida.

Lo que intento hacer, dice Boltanski (González: 2003), es “que la gente se olvide que es arte y piense que es vida. Para dar esta impresión de vida me sirvo de medios artificiales, del arte; no es la realidad, hago teatro; trato de que el espectador en ese momento olvide que está en un museo”. Y agrega: “lo que trato de hacer con mi trabajo es plantear preguntas, hablar de cosas filosóficas, no con historias a través de palabras sino a través de imágenes. Hablo de cosas muy simples, comunes a todos”. Entre sus instalaciones, Shadows, un trabajo de 1985, a partir del recurso medieval del teatro de sombras, despliega un conjunto de presencias fantasmales en el espacio entre las que convive la vida y la muerte como en una danza continua. Sus obras representan un aporte a la reflexión sobre las condiciones de la vida y a la revisión de la memoria colectiva superando las fronteras de tiempo y espacio para situar, con cada obra un matiz dentro de la posibilidad de un humanismo redefinido en la contemporaneidad.

Literalidad y Teatralidad

A propósito de la relación que establece Minyana, la escritura en el teatro no es una experiencia solitaria. Se escribe para actores, escuchando la respiración, el grano de la voz, el volumen en el espacio. Mientras que su contemporánea, la dramaturga francesa Noëlle Renaude, considera que ésta se resume en la diferencia entre escribir para la página y escribir para la escena. Esta última variable es el motor de su escritura, el vértigo de la escena. Jamás considera escribir una historia. Lo que realmente le interesa es partir de la imagen borrosa, indefinida, angustiante, turbia, del escenario teatral. Su interrogación es: ¿Cómo animar eso que es la escena?

En esta perspectiva, pensando las prácticas en tanto proyectos poético-políticos, Arlindo Machado[1], al referirse a las narrativas no lineales, propone la alegoría del laberinto: la idea más avanzada de la antigüedad preconiza que lo interesante es la exploración. No se trata de llegar al final, sino de explorar el ambiente. Lo más interesante de las narrativas digitales no lineales, para Machado, es la experiencia de la diversidad. ¿Cómo sería no buscar el final, sino recorrer y explorar los pasillos? ¿Cómo imaginar la multiplicidad de alternativas, los universos posibles en lugar del relato lineal?

En este punto de esta investigación, retomamos los interrogantes: ¿Cómo acercarnos y con qué herramientas para hacer emerger ciertos movimientos que puedan leerse como trazos comunes en un conjunto de prácticas contemporáneas? Y ¿cómo detectar las singularidades en la práctica que propone cada autor? En esta perspectiva, nos preguntamos, subsidiariamente: ¿Cómo se suscita el interés y la cooperación del lector si la situación de enunciación y la fábula están esbozadas, fragmentadas o no existen? ¿Cómo es la legibilidad de estos textos fragmentados caracterizados por la preminencia de voces o figuras poéticas y la ausencia de espesor psicológico de las entidades portavoces? ¿Cómo se construye la tensión-expectación en cada forma textual? ¿Existe la recurrencia a ciertos motivos sociales puestos en crisis -la familia y los lazos de filiación, la figura del extranjero o intruso como amenaza o portador de la verdad y el mundo capitalista del trabajo como alienación- que podrían compensar el estallido de la forma dramática y crear una aparente entidad psicológica? ¿El gusto por la palabra fuera de lugar, el desvío del orden causal del relato, pueden interpretarse como una forma que se señala a sí misma incompleta, agujereada, fragmentada, y que apela a la creativa colaboración del lector-espectador, estableciendo una connivencia positiva con él? Del marco de la Lingüística Pragmática sumamos las preguntas: ¿cómo se habla?, ¿qué mundo aparece desde ese hablar?, ¿qué vínculos establece ese habla con la mímesis, con el pacto de interlocución, con la presentación/representación?

Desde la mirada de la consejera dramatúrgica en Theâtre Ouvert (Francia), Pascale Gateau, sintetizamos: ¿cómo trabaja el autor la materialidad de las palabras; cómo es su capacidad para que en la construcción de las frases se escuchen las sonoridades y juegos de los significantes?; ¿cuál es su conocimiento del ritmo, de la retórica, de la gramática de la lengua?; ¿cómo aparece la fuerza de su intención; el grado de entrega emocional e intelectual? ¿Cuál es el nivel de coherencia de la propuesta dramática: condiciones de enunciación, capacidad de representación de la realidad escénica, circulación de la palabra, oralidad como espacialidad y temporalidad de la palabra (implícitos, pausas, silencios, accidentes de la comunicación)? ¿Cómo es la capacidad del autor para prever su lector?

Finalmente, de las reflexiones que propone Groys, destacamos: ¿Cómo estarán cifradas/traducidas en los motivos y formas de las prácticas las percepciones filosóficas, experienciales del tiempo desperdigado e improductivo, de los medios y tecnologías que in-diferencian realidad y ficción, del trabajo no acumulativo condenado a la repetición? (p.105)[2]

 Soledad González, 2018.



[1] Especialista en Narrativas Digitales. Notas de su Conferencia y Taller, ofrecidos en la Universidad Nacional de Córdoba, en 2000. Doctor en Comunicaciones, Profesor del departamento de Cine, Radio y TV de la Universidad de San Pablo y del Programa de Posgrado en Comunicación y Semiótica de la Universidad Pontificia de San Pablo. Su campo de investigación abarca el universo de las imágenes producidas a través de mediaciones tecnológicas diversas, tales como la fotografía, el cine, el video y los actuales medios digitales y telemáticos.

[2] Las citas están tomadas de mi Tesis Doctoral sobre Dramaturgias: Prácticas contemporáneas: escribir para la escena (entre la fábula, la acción y la voz poética). Remitirse a ella para ampliar y situar Bibliografía. Disponible en https://rdu.unc.edu.ar/handle/11086/17699